LA IDEA LIBERAL DE PUEBLA
1864-1866
Alejandra López Camacho
A mediados de 1864 Puebla era una ciudad dominada políticamente por el régimen monárquico francés de Napoleón III y disponía de ciertas bases en las que se podía asegurar la prolongación del antiguo régimen monárquico de política autoritaria. Con la llegada de Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica a México, como cabezas del Segundo Imperio Mexicano, la prensa que se dijo liberal como La Idea Liberal de Puebla, evidenció algunas polémicas en torno al Imperio. La angustia por la sobrevivencia de la República y la curiosidad que causaba la Monarquía, provocaron que el periódico manifestara tendencias políticas de conciliación y reacción al mismo tiempo. Este sería un periodo en el cual la prensa angelina tendría un matiz mayoritariamente político y de intermediarismo entre los grupos de poder político y el resto de la población.
Ya desde 1863, con la intervención francesa, la situación para el medio periodístico de la ciudad mostró una aparente inmovilidad que cambio a partir del 25 de junio cuando el mariscal Forey por orden del Ministro del Emperador, A. de Saligny, aplicó a la prensa mexicana el régimen establecido en Francia, el de una libertad razonable. Y aunque esa legislación otorgaba a la prensa la libertad y no el libertinaje, la misión de la prensa se redujo a ser siervo del gobierno y propagar “...las buenas ideas entre las masas, haciendo la guerra a las utopías que las corrompen”.(1) Más tarde, con el establecimiento del gobierno imperial en junio de 1864, el archiduque dispuso, según las bases del nuevo orden político y en relación a la prensa, la emisión libre de las opiniones sobre los actos oficiales y el cese a la censura previa. Situación que cambiaría a partir del 10 de abril de 1865 cuando en el Diario del Imperio se publicara el Decreto de Prensa del Estatuto de la Orden Imperial del Águila Mexicana.
Si bien por aquel decreto nadie podía ser molestado por sus opiniones y se permitía su impresión y circulación, este derecho se abolía cuando la ley prohibía atacar al Soberano y a los miembros del Imperio. Además, consideraba un abuso de libertad de imprenta, atacar la religión del Estado, incitar a la gente a la rebelión y provocar la desunión y desobediencia de leyes establecidas.(2) No obstante, pese a la adopción de ese sistema en las zonas controladas por el ejército imperial, nuevas y antiguas publicaciones arrancaron y continuaron su impresión y circulación en la ciudad y el resto del país.
En el transcurso del Imperio, la ciudad de Puebla saludó con interés aproximadamente ocho periódicos de matices oficiales, políticos y religiosos. De la mayor parte se tiene referencia a través de libros y periódicos de la época. La cantidad exacta de publicaciones que circularon durante aquel periodo se desconoce, sin embargo, tener conocimiento de la existencia de ese número de periódicos nos permite suponer la presencia de diversos canales de información. Las condiciones bajo las cuales trabajaron los periodistas, no fueron de absoluta libertad de imprenta, tampoco fue un contexto excepcional, pero sí revela que fueron esas mismas condiciones políticas las que provocaron su participación. Pues, desde la llegada de los emperadores a la ciudad de Veracruz, la crítica de la prensa hacia los actos del gobierno, se haría presente. Entonces la prensa habría señalado el frío recibimiento recibido por los emperadores y también habría dado “....cuenta de los gastos que se hicieron en los arcos y en los carros alegóricos...”(3)
Maximiliano pues, se hallaba en México y acogió en sus brazos un país cuya realidad política era un peso muy grande. Benito Juárez por otra parte, deambulaba en territorio mexicano y cargaba a hombros la subsistencia de un gobierno y una República. Los dos representaban autoridades liberales, los dos deseaban transformar la sociedad, los dos querían la reorganización del gobierno y los dos su civilización. Sólo que, uno lo deseaba bajo un régimen monárquico y el otro bajo un régimen republicano, pero ambos con doctrinas políticas liberales reformistas.
Ese contexto habría provocado que los periodistas de La Idea Liberal de Puebla como Manuel López y Rafael J. García, quien fuera gobernador del Estado de Puebla en varias ocasiones, adoptaran ciertas posturas políticas de anexión y rechazo a la monarquía, a la par de motivar los debates en torno a lo que resultaba conveniente al país.
El periódico
La Idea Liberal fue un periódico bisemanal de corte político y literario. Se publicaba todos los miércoles y sábados, en el taller litográfico y tipográfico del señor José María Osorio, ubicado en la Calle de Morados número 15 (hoy 7 oriente, entre las calles 2 sur y 16 de septiembre). Entonces la ciudad de Puebla era un sitio que no llegaba a más de 21 calles urbanizadas de oriente a poniente y 14 a lo largo de la parte norte-sur. Tan sólo disponía de 21 edificios y establecimientos públicos y de algunos barrios y ranchos. Sin embargo que existían 53 Iglesias y conventos, así como templos con sus colegios. Esto nos permite suponer que el ambiente que rodeaba a la producción de La Idea Liberal un año después, fue muy tradicional y relativamente urbano.
A dos calles de la Plaza de Armas y a una de la Catedral, se localizaba el taller litográfico y tipográfico donde se realizaba el periódico. Este se encontraba aproximadamente a 150 metros hacia el oriente del río San Francisco, debido probablemente a que algunas de las prensas se movían con vapor y requerían de mucha agua para su función. Durante aquellos años, la población citadina se surtía de agua potable “...de una manantial situado a una legua (4190 metros) al Norte de la Ciudad y de otro cerca de San Francisco”.(4) Este último corría por la parte Nororiente de la ciudad.
Una de las calles donde existieron la mayor parte de las imprentas y que a la fecha existen, fue la calle antiguamente denominada de “Morados”.(5) La calle se ubica hacia el sur entre las calles del Hospitalito (hoy 2 sur) y de la Sacristía de la Concepción (hoy 16 de septiembre) y hacia el oriente sobre la de Morados (hoy 7 oriente) y paralela a las del Colegio de San Juan (hoy 5 oriente) y la Sacristía de las Capuchinas (hoy 9 oriente).
Aunque del taller donde se redactaba e imprimía el periódico no se tienen referencias, la novela El Cuarto Poder de Emilio Rabasa nos permite suponer el ambiente que rodeó a los periodistas:
En el piso bajo de la casa en que el director vivía ocupaba la redacción un cuarto con ventana a la calle, desde el cual oíamos el ruido monótono de la prensa, que sonaba a intervalos regulares en una pieza interior (...) Dividía el cuarto una mesa grande y tosca colocada en el centro, sobre la cual muchos tinteros se habían volcado, según estaba la carpeta de emborronada y sucia; sin faltar, hacia los bordes, largas y angostas quemaduras, como de cigarrillos que se dejaban a un lado mientras se escribe, y arden olvidados hasta consumirse. La mesa era una confusión de periódicos, cuáles enteros, cuáles recortados por listas tijeras en momentos de apuro; los unos abiertos, los otros con fajilla intacta; cuartillas emborronadas, volando éstas al soplar el viento de la ventana, pegadas aquellas a la carpeta por un chorro de estearina de la noche anterior; y en medio de todo, como un señor absoluto y malhumorado un diccionario desencuadernado y con los cantos mugrientos (...) Media docena de sillas y un viejo estante de torcidos anaqueles, dormían pegados a la pared y llenos de polvo que nadie cuidaba de sacudir...(6)
Junto con los redactores también trabajaban en el taller, los gacetilleros, encargados de escribir la Gacetilla; los cajistas o formadores, quienes alineaban a mano en una caja los tipos de metal o de madera para su impresión, una vez que estaba escrita la cuartilla; el corrector de pruebas, precisaba los datos sueltos dejados por los redactores; el regente o administrador, vigilaba el proceso de producción; los prensistas, eran los encargados del tiro del periódico y los dobladores o enfajilladores, realizaban los dobleces del periódico y les ponían sus fajillas para repartirlos.(7) Fuera del taller, los voceadores desempeñaron una labor importante. Probablemente como en la actualidad sucede, éstos voceaban por las calles y esquinas la venta del periódico. Pregonando quizá el encabezado del editorial o alguna noticia que permitiera atraer la atención del público.
Ya desde el año de 1862, el taller litográfico y tipográfico del señor José María Osorio hacía las veces de una imprenta, librería y papelería. Su dueño ofrecía desempeñar, “...toda clase de obras que se le confíen concernientes a dicho ramo, especialmente Tarjetas, Esquelas de difuntos, Anuncios de teatros, etc. Igualmente se hallarían, “...un buen surtido de libros elementales, papel pautado, estampas de todas clases, viñetas, cubiertas grandes y chicas, papel inglés azul y blanco, idem de música, de jaspe y de otras varias clases.”(8)
Al acercarse el fin de año, en el taller se imprimían calendarios arreglados al meridiano de Puebla. En La Idea Liberal se anunció la publicación y venta del segundo calendario para el año de 1865, en momentos que el redactor en jefe del bisemanario editaba un artículo en el que se exigía la validez de la Leyes de Reforma.(9) La imprenta también hizo las veces de un expendio para la venta de otros periódicos y de sitio de suscripción de publicaciones de otros Departamentos, tal fue el caso de El Ultimo Mohicano de Zacatecas.(10)
Tres semanas antes de la publicación del decreto de prensa expedido por Maximiliano, el taller mudó de domicilio. El 18 de marzo de 1865 apareció en el bisemanario su nueva dirección, Santa Clara número 6 (hoy calle 2 norte, entre las calles 4 y 6 oriente). El nuevo taller se localizaba hacia el norte de la ciudad, a seis calles del primer taller, aproximadamente a 270 metros. Ver mapa 4 de la ciudad de Puebla. Si bien se desconoce la razón del cambio de domicilio, se tiene referencia que en el transcurso de cinco años (1862-1866), la imprenta tuvo tres oficinas. (11) Posiblemente el taller del señor Osorio llegó a tener éxito con su imprenta y hubo necesidad de buscar lugares más amplios, que le permitieran funcionar adecuadamente.
El uso de la litografía o grabado en plano que el señor Osorio ofrecía en su taller, respondía a una práctica común que se utilizaba en varios de los talleres de impresión del país durante el siglo XIX. Esta técnica se utilizaba para ilustrar los periódicos, libros, carteles, tarjetas, folletos y anuncios, entre otras cosas y en muchas ocasiones se incluían paisajes, caricaturas, retratos, flores y una gran cantidad de dibujos.
El uso de la técnica litográfica ayudó en la rapidez de las ilustraciones. Por medio de un lápiz graso -mezcla de cera, jabón, sebo y negro de humo- se pasaba por la superficie de la piedra una solución de ácido clorhídrico en agua gomosa. Esto hacía insoluble al dibujo, lo fijaba y al impregnar todos los lugares de la piedra litográfica recubiertas por el trazo lápiz, los inmunizaba a la acción de otros cuerpos grasos como la tinta de imprenta. Al esparcir ésta sobre la piedra, sólo se adhería a los rasgos del lápiz graso, el resto de la piedra embebida en agua la rechazaba. Finalmente, se aplicaba una hoja de papel y se pasaba bajo la prensa para tener la reproducción deseada. (12) De modo que los talleres litográficos y tipográficos, fueron negocios redituables que ofrecían sus servicios comerciales a otros periódicos, a más de imprimir libros de todo tipo, muy aparte de la filiación política del impresor.
Citas
1. SALIGNY, A. de, “Decreto sobre la prensa”, México 15 de junio de 1863, Boletín Oficial de la Prefectura Política del Estado de Puebla, T. I, Núm.1, Primera Sección, jueves 25 de junio de 1863, p.1.
2. Maximiliano, Diario del Imperio, Núm.86, T. I., Sección Parte Oficial, México, Lunes 10 de abril de 1865, p.1 (HyB-IDJMLM).
3. ACEVEDO, Esther, “La creación de un proyecto imperial”, en Testimonios artísticos de un Episodio Fugaz (1864-1867); México, Museo Nacional de Arte, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1996, p.49.
4. TRONCOSO, Francisco P., Diario de las operaciones militares del sitio de Puebla en 1863, t.4, Puebla-México, Biblioteca Angelopolitana, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, 1988, p.16.
5. La calle de Morados recibió ese nombre en el siglo XVII, debido al vestuario todo morado que distinguía a los ocho mejores estudiantes de cada año que habían cursado en el Colegio de San Juan y habitaban en la casa localizada sobre la avenida 7 oriente, en LEICHT, Hugo. Las Calles de Puebla, Puebla-México, Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material del Municipio de Puebla, 1980, p.254.
6. RABASA, Emilio, El cuarto poder y Moneda falsa, México, Ed. Porrúa, 1985, pp.59-60.
7. TOUSSAINT Alcaraz, Florence. Escenario de la prensa en el Porfiriato, México, Universidad de Colima-Fundación Manuel Buendía, 1989, pp.60-61.
7. TOUSSAINT Alcaraz, Florence. Escenario de la prensa en el Porfiriato, México, Universidad de Colima-Fundación Manuel Buendía, 1989, pp.60-61.
8. Boletín Oficial del Gobierno del Estado de Puebla, Núm..28, Sección Avisos, Puebla, 2 de julio de 1862, p.4 (AMHAP).
9. La Idea Liberal, Núm..3, Sección Avisos, Puebla, miércoles 9 de noviembre de 1864, p.4 (HJNT-BUAP).
10. La Idea Liberal, Núm..29, Sección Gacetilla, Puebla, sábado 11 de febrero de 1865, p.4 (HJNT-BUAP).
11. La primera dirección del taller litográfico de que se tiene conocimiento, fue la de Santa Domingo # 2 (hoy 5 de mayo entre las calles 4 y 6 oriente), en Boletín Oficial del Gobierno del Estado de Puebla, Núm..28, Sección Avisos, Puebla, 2 de julio de 1862, p.4 (AMHAP).
12. FINO, Frederick J. y HOURCADE, Luis A., Tratado de bibliología. Historia y técnica de producción de los documentos, Argentina, Castelvi, s.f.